La Pascua, según el Maestro Dingle Le Mei

«Personalmente, siempre he pensado de la Pascua -la ‘Resurrección’- como la ‘Cosa más Hermosa que Jamás he conocido’. Y yo siento que no puedo hacer algo mejor que citar un sermón público dado por Ding Le Mei acerca de este hermoso tema:

‘Sabemos que hay una LEY, y aunque los individuos y naciones ignoran la LEY, sus ruedas giran lentamente y el día del ajuste de cuentas es inevitable. Sabemos, como lo he afirmado a menudo, que en toda la historia humana y en todas partes del Universo de Dios hay un ritmo y un patrón de cosas que no pueden cambiar. ¡Por este motivo mi Amado, nosotros tenemos la Pascua!

‘La Pascua aparece como el hecho de la historia de la humanidad que ha dado fe mejor tal vez que cualquier otro hecho, pues en la Resurrección tenemos la esperanza básica e inalterable del corazón del Hombre hecha realidad.

«La historia de Pascua es el símbolo imperecedero de la única esperanza de la humanidad, pues es la garantía de la Vida Misma, dada por Dios, del nacimiento de la conciencia del Hombre a la conciencia Crística que es en realidad todo en lo cual la VIDA tiene sus raíces con todas sus fuerzas y formas.

‘La historia, por supuesto, declara que Jesús el Maestro murió en la Cruz, fue enterrado en la tumba de José de Arimatea, y literalmente se levantó de entre los muertos. Y así hoy en día, a través de toda la Cristiandad, los sonidos de júbilo de la tierra se mecen en una onda resonante de la canción triunfante, ‘yo sé que mi Redentor vive’. Pero aparte de la naturaleza fundamental de la Resurrección de Jesús el Cristo, la Pascua tiene muchas lecciones para los hombres de toda fe y creencia y siempre la tendrá en todo tiempo y lugar. Pues la Pascua es preeminentemente el Símbolo de Vida. Viene en la Primavera. Es el símbolo de Gozo, la promesa de la fuerza que impulsa las esencias de Vida en la tierra. En la época de Pascua, toda la naturaleza en todo lugar renueva las promesas eternas de Dios -el sol incrementa su luz y calor, y por esta señal el hombre está obligado a sentir más de esa Luz de la cual el mismo sol no es sino un símbolo (de la Luz y Sabiduría de Dios). Pascua es la promesa del eterno nacimiento de la vida del hombre en Dios, de la inmortalidad del hombre, de la resurrección, del poder que usted y yo tenemos, aquí y ahora, sobre la vida y la muerte… la continuidad no rota de la vida, la inmortalidad, aquí y ahora, por siempre jamás. La Pascua en sus hermosos ceremoniales y rituales externos para impresionar a los no iluminados, lleva al hombre de regreso a la Cruz, de regreso al Sepulcro. Para el alma iluminada, la Pascua enseña al hombre que él mismo es la Cruz, el hombre mismo es el Crucificado, y el sabio se regocija de que él conoce que para él la crucifixión se ha ido y está superada, que el sepulcro ha sido abierto, haciéndole ver que la vida es más hermosa que nunca, el servicio a la humanidad más hermoso, la belleza más sagrada, el amor más real.

En la Pascua, nosotros quienes hemos aprendido su simbología interna, deberíamos predicar la derrota de la muerte por la Vida… o el odio por el Amor, o la obscuridad por la Luz, o el temor por el Coraje y la Esperanza, de la ignorancia por el conocimiento, de la pereza e indiferencia e irreverencia por el temor de la Ley de Dios que sobrepasa la comprensión. La Pascua debería inspirarnos y mantenernos siempre elevados y justificarnos siempre en nuestro mejor esfuerzo a pesar de las apariencias mundanas exteriores. ¡La Pascua debería ser la causa de que nosotros quienes conocemos la LEY, abandonemos todo materialismo y cosas pasajeras, y sostengamos la Verdad Viviente, como una antorcha, ante quienes conocen menos de lo que nosotros conocemos, para cruzar a través de las aguas obscuras del tumulto del tiempo! ¡Deberíamos estar constantemente buscando al peregrino fatigado; ¡deberíamos constantemente exhibir la

Verdad en la faz de todos los temores humanos! ¡Deberíamos proclamar que la Vida Misma es para siempre jamás… que el mundo en el cual vivimos es hermoso, y no un lugar de tumbas… que el camino del hombre no es temor y desesperación e ignorancia y guerra, sino el camino de Dios en amor y buena vecindad y confianza y paz abundante y permanente!.
Deberíamos mostrar, como la Pascua nos muestra, que el hombre no vive sólo de pan, sino de aquello que a pesar de ser sembrado corruptible, se eleva en su eterno esplendor hacia la incorrupción en la inmortalidad, aquí y ahora. La Pascua promete esto al hombre, y le muestra que es inmortal aquí y ahora – ¡él está en la eternidad! y para siempre… ‘Porque yo vivo, ¡ustedes vivirán también!’.’

‘Mi Amado, la Pascua debería inspirarnos a pensar en las semillas de todo lo que vive. En cada estrato de su manifestación, la Vida encarna su mística inmortalidad en las semillas. Mire unos pocos granos de trigo, yaciendo cubiertos de polvo junto a la despensa. Entonces torne sus ojos a través del campo ondulante de trigo, dorado y hermoso, inclinándose ante la brisa del atardecer. ¡Que gloria! Las sencillas semillas se han levantado a la vida, para dar vida a más y más semillas de Aquella Vida que el Maestro prometió que el hombre podría tenerla más y más abundante.

No importa cuál sea nuestro credo. Dejemos que el amor a la patria tenga sus fiestas, y la libertad de la tiranía tenga sus monumentos, y dejemos que la ciencia coseche sus honores, y el arte sea inmortalizado, pero nunca omitamos la estación de Pascua que representa tanto para aquellos de nosotros en la raza humana quienes tenemos ojos para ver verdaderamente…

Que ella sea recordada con flores y canciones de acción de gracias, y todas las señales de reverente gratitud y sublime júbilo. Y si usted es-suficientemente sabio, sea suficientemente sabio para transmutar su simbología externa en la realidad interna de nuestra propia alma y deje que su corazón se rinda ante Dios, el Padre de Todo, la gratitud eterna por el ministerio de Su Sabiduría que dirige su sendero al Reino del Cielo dentro de nosotros’.

Mi Amado, si Yo estuviera hablando esta mañana en ciertas iglesias -benditas sean ellas- es concebible y bastante probable que la gente no comprendería esta gran verdad. Pero, usted ve, nosotros crecemos en nuestro conocimiento de La Cosa Que Es. Los hombres la llaman Dios, el Espíritu Creador, la Sabiduría Eterna, el Paracleto, Parabram -le dan muchos nombres a Aquello. Pero habrá observado que usted, en la búsqueda que ha emprendido, ha crecido en su conocimiento. Dios, para usted, ahora, es más grande que Dios para usted hace veinte años. Dios para usted, mañana, debe ser más grande que Dios para usted, hoy- lo que significa que usted ha crecido en su conocimiento de Dios y en Dios. Y así, nosotros crecemos, aunque, por supuesto tenemos la sabiduría y el amor para nunca interferir con la fe de los demás, no permita que nadie interfiera con su propia fe. ¡En religión, dadnos libertad o dadnos muerte! Y eso nosotros sabemos que nunca nos puede ser dado. Así que nosotros crecemos en hacer la Voluntad de Dios, siguiendo el Camino de Dios. El hombre ES DIOS- y eso, mi Amado, es el significado final de la Pascua. Esa, mi Amado, es la verdad final de nuestro ser.

‘Y así hoy día, la Pascua, es una hermosa, hermosa ceremonia, tanto en la vida interna como externa de gente como nosotros mismos. ¡Cuán maravilloso es ver en una hoja de pasto la historia del Universo y de Dios! ¡Cuán maravilloso es oír aun su propia voz, y ser capaz de analizar y computar correctamente el Divino Poder por el cual uno habla! ¡Cuán grandioso es el ser capaz de sentir Gozo, Gratitud, Reverencia; y el ser capaz de utilizar aquel Sonido y ver aquella Luz que nos conduce en el Silencio!».

Fuente: Curso de Preceptores de Ding Le Mei, lección 12.

4 comentarios

Yo estudié al Maestro Espinoza en 1988, sigo con sus enseñanzas y me encantará volver a estudiar con ustedes. Estoy a una hora y media de la Ciudad de México, en Pachuca Hidalgo

Hola Gabriela nuestro sitio está en Quito – Ecuador pero si tenemos contacto con nuestros hermanos de México. De verdad que son increibles las enseñanzas del Maestro Ding le Mei!

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